Los seis fugitivos by Pittacus Lore

autor:Pittacus Lore [Lore, Pittacus]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2018-01-01T00:00:00+00:00

19

ISABELA SILVA

ACADEMIA DE LA GUARDIA HUMANA

POINT REYES, CALIFORNIA

ISABELA SILVA NO SE VEÍA COMO UNA HEROÍNA. ¡En absoluto!

Sabía que algunos de sus amigos se consideraban héroes. Kopano, Taylor y Nigel seguro. Ran, probablemente, aunque estuviera demasiado empeñada en ser una pacifista como para reconocerlo. Caleb, bueno, ese no debía de saber qué pensar de sí mismo, de ahí todos sus problemas. El caso era que, aunque no quisieran admitirlo, sus amigos se veían como la segunda generación de la Guardia de Lorien. Eran un pequeño grupo que luchaba contra un enemigo poderoso en un conflicto secreto en el que estaban en juego sus vidas y el futuro de la humanidad. El profesor Nueve, ese pedazo de idiota, los animó a tener esa visión con su escondite secreto y sus entrenamientos especiales.

A Isabela todo eso le importaba un pito. Los de la Fundación eran mala gente, eso seguro. Los Segadores eran la peor escoria humana que había conocido jamás. Y, con el tiempo suficiente y menos supervisión, Isabela estaba segura de que cada vez habría más de sus compañeros de la Guardia que se pervertirían, como ese Einar.

La cuestión era que Isabela sabía que el mundo estaba lleno de mala gente. Y nunca dejaría de estarlo. Sus amigos creían que podían cambiar algo y eso era muy tierno, pero ella estaba convencida de que no ocurriría jamás. Siempre habría otra batalla que lidiar, otro malo al que neutralizar.

Entonces, si era tan cínica, ¿qué hacía escondida entre los arbustos, junto a la casa de la doctora Linda, vigilando?

En primer lugar, eso era mucho menos aburrido que quedarse en su habitación, haciendo deberes.

Pero también la movía la misma razón por la que había seguido junto al resto de los Seis Fugitivos a pesar de que en su última aventura le habían disparado. Eran sus amigos. Tal vez fuera una cínica, pero también era muy leal.

Mientras seguía oculta entre las sombras, cerca de la cabaña de Linda, Isabela se quitó la máscara que llevaba siempre. Se pasó los dedos por los surcos correosos de la mejilla, quemada y cubierta de cicatrices. Sus amigos habían visto ese rostro, el verdadero, y aun así no la habían juzgado. La habían aceptado.

Así que ella aceptaría también su absurda fantasía heroica y los ayudaría a no acabar muertos. Al menos, eso le daba un poco de chispa a la vida.

Movimiento. Alguien salía de la casa de la doctora Linda. Isabela abandonó sus pensamientos, algo exasperada de haberlos tenido, y recuperó enseguida su aspecto impecable.

Era la psiquiatra. Sola. La brasileña frunció el ceño. ¿Había funcionado su plan? La doctora Linda descendió el sendero que conducía hacia el edificio de la administración. Cuando Isabela había suplantado a Nueve, Linda le había dicho que iría hasta allí para ayudarlo a buscar a Taylor.

No podía dejar que la doctora fuera a hablar con el auténtico Nueve, al menos hasta que Taylor hubiera contactado con la Fundación. Pero Taylor seguía en la casa. ¿Se suponía que debía esperar allí o…?

—Merda —gruñó Isabela. Deberían haberlo preparado mejor.

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